La NASA se ha decidido al fin. El futuro cohete pesado de la agencia espacial usará las tecnologías del transbordador y tendrá una capacidad en órbita baja de unas 70 toneladas. Con el tiempo, podrá alcanzar las 130 toneladas, superando al mítico Saturno V.
Así será el nuevo cohete de la NASA (NASA).
Tras la cancelación de los cohetes Ares I y Ares V del Programa Constelación a comienzos del año pasado y la próxima retirada del transbordador, el nuevo plan de la NASA dejaba a la agencia sin ningún vehículo lanzador propio. La revuelta política subsiguiente obligó que la administración Obama introdujese un nuevo compromiso para desarrollar un lanzador pesado HLV (Heavy Lift Vehicle) dentro de la NASA Authorization Act del 11 de octubre de 2010, aunque sin ningún objetivo claro.
Como comentábamos la semana pasada, durante 2010 la agencia ha sido incapaz de ponerse de acuerdo en el diseño del futuro HLV, dudando entre las versiones basadas en el transbordador (SD-HLV, Shuttle Derived HLV) o nuevos cohetes de kerolox(queroseno y oxígeno líquido). El Human Exploration Framework Team (HEFT) estudió varias opciones de cohetes pesados, pero las presiones políticas han favorecido la elección de un diseño SD HLV que permita mantener en sus puestos de trabajo a los empleados que fabrican el tanque externo (ET) y los cohetes de combustible sólido (SRB) del shuttle.
Y, efectivamente, el HLV que deberá formar parte del futuro sistema SLS (Space Launch System) es SD HLV "en línea", es decir, una especie de Ares V en miniatura. Utilizará dos SRB de cinco segmentos -similares a los desarrollados para el Ares I -el shuttle emplea SRB de cuatro segmentos- y una etapa central criogénica basada en el ET de 8,38 metros de diámetro con cinco motores RS-25D (los SSME del transbordador que ya han sido usados), para dejar paso más adelante a los RS-25E (SSME no reutilizables). El Ares V tendría que haber usado una etapa central de 10 metros de diámetro, SRB de 5,5 segmentos y seis motores RS-68 (más potentes), con una capacidad en LEO superior a las 160 toneladas.
El HLV elegido por la NASA (NASA/nasawatch.com).
SRB de cinco segmentos durante una prueba (NASA).
La segunda etapa tendría un motor J-2X, al igual que el Ares V. Pero si el desarrollo de este motor sufre más sobrecostes, se podrían emplear los RL-10 de los Delta IV y Atlas V. Recordemos que el J-2X es una variante del motor J-2 de los años 60, empleado en la segunda y tercera etapas del Saturno V. Aunque esta configuración de dos etapas podrá lanzar 130 toneladas, durante los primeros vuelos debería emplearse una versión más barata sin segunda etapa con capacidad para 100 toneladas en LEO.
Motor J-2X (NASA).
La decisión de la NASA es bastante acertada y, hasta cierto punto, inevitable. Después de los millones de dólares gastados en el Programa Constelación con el fin de alcanzar el diseño óptimo para el Ares V, habría sido un despilfarro volver a estudiar desde cero una configuración distinta. Por ejemplo, ATK (la empresa fabricante de los SRB) ha declarado que el desarrollo de los SRB de cinco segmentos para el Ares I ha costado hasta el momento la friolera de mil millones de dólares. Lo mismo se puede decir del costoso programa J-2X y otros componentes del programa Ares que ahora podrían ser reutilizados.
Pero no cantemos victoria. El que la NASA favorezca este diseño no implica que el gobierno o el Congreso lo apruebe. De hecho, la agencia deja claro en el mismo informe interno que es imposible que el SLS esté listo para 2016, tal y como mandaba la NASA Authorization Act. O, dicho de otra forma menos sutil, el presupuesto actual de la NASA no permite el desarrollo de esta versión del SLS. El gobierno había destinado 6900 millones de dólares al programa SLS en el periodo 2011-2013, pero esta cifra es claramente insuficiente para poner en marcha este nuevo lanzador. Junto al SLS, el Congreso también debe decidir sobre el futuro de la nave Orión, ahora rebautizada con el aséptico nombre de Multi-Purpose Crew Vehicle (MPCV), suponemos que para borrar todo rastro de su conexión con el Programa Constelación.
Más allá del presupuesto, el problema es qué hacer con este nuevo lanzador. Sin un objetivo claro, el SLS no serviría absolutamente para nada. El problema, una vez más, es que no hay dinero para ambiciosos programas de exploración más allá de la órbita baja (BEO). Nada de misiones a la Luna y mucho menos a la superficie de Marte. ¿Qué nos queda? Pues los asteroides cercanos (NEOs), los puntos de Lagrange del sistema Tierra-Sol o Tierra-Luna y, a muy largo plazo, la órbita marciana (con Fobos y Deimos).
Misión a un asteroide con cuatro lanzamientos de un HLV de 100 toneladas (NASA).
Misión a un NEO con seis lanzamientos de un HLV de 70 toneladas (NASA).
Es decir, la exploración de NEOs es el único destino realista para un programa de exploración. Incluso en este caso, con el presupuesto actual muy probablemente debamos esperar a 2030 para ver una misión de este tipo. Lo que está claro es que la NASA lo va a tener muy difícil para vender al Congreso un SLS tan ambicioso -y costoso- sin un objetivo claro.
¿Y ahora? De entrada, deberemos esperar al próximo abril para que el HEFT presente oficialmente este diseño ante el Congreso. Después deberemos esperar a las reacciones de la clase política del país. ¿Será el nuevo cohete de la NASA una especie de Ares 2.0?
Hoja de ruta del programa SLS (NASA).
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