La tecnología sobre la que se sustenta toda la televisión es lo verdaderamente me apasiona de este medio. Quizás sea por su carácter de masas o por el poder que tiene la televisión en sí, pero desde su creación no se ha escatimado a la hora de invertir dinero en investigación y desarrollo para crear la tecnología más avanzada para que el medio funcione. Aproximadamente, sólo 60 años después de su creación nos encontramos actualmente en un panorama impresionante, en el que la técnica ha hecho avanzar la televisión en un relativo corto plazo de tiempo en realidad.
De la emisión en blanco y negro de un canal hace sólo cinco décadas hemos llegado hasta la emisión HDTV, un sistema capaz de ver la realidad casi tan bien o mejor que nuestro propio ojo y a la existencia de miles de canales tematizados trabajando 24/7 para satisfacer a una audiencia. Uno de los grandes avances que cambiaron la televisión por completo es el satélite: Gracias a él han sido y son posibles las conexiones en directo en los informativos, la producción de muchos programas, la retransmisión de partidos de fútbol y distintos encuentros deportivos, la existencia de noticias de agencia y la televisión temática de pago, entre muchos otros usos compartidos con otras tecnologías.
Centrándonos en la TV por satélite, en España, existe una única plataforma que ofrece televisión de pago a través de satélite: Digital+. En la actualidad cuenta con algo más de 2.001.000 de abonados, que ingresan a la empresa unos 275.36 millones de euros. Todo su negocio se sustenta en un elemento particular: un grupo de satélites que repiten una señal de televisión y la recibimos en nuestras casas. Fruto de la fusión Vía Digital y Canal Satélite Digital, Digital+ opera en la actualidad con dos grupos de satélites para transmitir su señal. VD emitía a través del sistema español, Hispasat, y CSD a través de unos satélites europeos, Astra.
Tanto unos como otros están situados en distintas posiciones en el espacio. Con la fusión, en lugar de unificar sistemas decidieron mantener transmisiones por ambos satélites para no fuese incómodo de cara a los abonados. De esta manera no tendrían que cambiar la orientación de muchas antenas instaladas, una por una, hasta quedarse con un sólo satélite. Hasta aquí bien, pero… ¿por qué es necesario un satélite para recibir la televisión?
¿Por qué hay que enviar la señal de TV a un satélite?
El gran problema de la televisión a principios de los 90, que es cuando surgió una buena parte del negocio de la televisión por satélite, era llevarla a todo el territorio nacional. Transportar la señal es uno de los negocios más caros y complejos del medio, y se hace en base a algo que todos conocemos: Los repetidores de señal. Sin embargo, la implantación y mantenimiento de todos estos repetidores a lo largo de un país es extremadamente costoso. Una buena idea sería poner un único repetidor para un país entero, o incluso para varios países. Por este motivo, necesitábamos colocar un repetidor de televisión que estuviese lo suficientemente alto como para tener contacto visual con todos los puntos del país y se pudiera enviar de una sola vez todas las señales de televisión.
La única forma de colocar este repetidor es enviando un satélite al espacio y comunicarnos con él desde la Tierra. Así, vería todos los países y podría enviar una gran señal a cualquier parte de su huella de cobertura desde arriba. Los satélites se lanzan al espacio mediante un cohete, suben en una media hora aproximadamente, para después ser colocados en una órbita concreta y tienen una vida útil de unos 15-20 años (antiguamente, 10 años). Una vez finalizada su vida, son movidos fuera de órbita para perderse en el universo quedando como basura espacial o vuelven a entrar en la atmósfera terrestre para caer al mar.
Construir un satélite es muy caro. Su diseño debe ser lo suficientemente exhaustivo como para no poder enviar jamás a un técnico a repararlo en cualquier momento de su vida útil. Y tampoco se podría bajar y volver a subir el satélite, por lo que la concepción de la máquina tiene que ser lo más perfecta posible como para no tener margen de error alguno en 20 años. A Hispasat, la empresa española de satélites a través de la que opera buena parte de Digital+, le ha costado la inversión de su próximo satélite unos 200 millones de euros. Esperan lanzarlo y ponerlo en producción a principios de 2011.
La apuesta empresarial es de un riesgo extremo. Normalmente todos los satélites se aseguran antes de ser lanzados, puesto que cualquier mínimo fallo puede convertir 200 millones de euros en un verdadero puñado de chatarra espacial irrecuperable. Sin embargo, en la historia de los lanzamientos de satélites hay alguna que otra tragedia. Empresas como Eutelsat, una conocida compañía europea de satélites, perdió en tan sólo dos días su satélite de televisión W3B (el lanzamiento es el que veis en el video), lanzado este pasado mes de Octubre. Por suerte, lo tenían asegurado y ya están construyendo otro nuevo.
¿Cómo se mantienen ahí arriba sin moverse?
Como ya hemos comentado, los satélites salen de la Tierra en una media hora aproximadamente, y son movidos hasta una posición orbital, que es exactamente dónde está mirando la parabólica de nuestra casa. Ya sabemos que su función es actuar como repetidor de televisión, pero ¿cómo se mantienen allí arriba sin moverse? La respuesta fácil sería: Están en gravedad cero… pero en la gravedad cero también existen los movimientos de traslación. La Tierra rotaría en un determinado tiempo y el satélite tendría que sincronizarse con el planeta… por lo que el satélite nunca estaría en el mismo sitio si lo colocásemos en cualquier lugar del espacio y nos quedaríamos sin televisión cada dos por tres.
Sin embargo, existe un fenómeno físico y natural llamado órbita geoestacionaria, gracias al cual, todo lo que coloquemos a 36.000 Km sobre la faz de la Tierra (en este caso un satélite que pesa unas 2 Toneladas), girará exactamente al mismo tiempo que nuestro planeta según nuestro movimiento de rotación natural, por lo que el satélite siempre estará mirando el mismo punto en el que nosotros lo coloquemos. Es decir, nos seguirá de forma sincronizada, recibiendo televisión y servicios de forma constante.
La órbita geoestacionaria es la que permite que la televisión por satélite exista y que éste no se mueva de su sitio, permanezca flotando y nos preste servicio durante su vida útil. No obstante, las condiciones allí arriba no son tan bonitas como parecen: Existen tormentas solares, geomagnéticas, basura espacial que viaja sin rumbo, y cambios extremos de temperatura que pueden dañar el satélite. Todo esto puede además desviar los satélites de su sitio original, provocando un corte en el servicio. Sin embargo, cada uno de ellos está equipado con una pequeños propulsores que corrigen su rumbo automáticamente en caso de que se mueva ligeramente, además de estar recubierto de unas protecciones fabricadas en materiales espaciales que lo protegen al 100% durante toda su vida útil.
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