Herb Van Gent apunta un cañón infrarrojo hacia una superficie de tejas grises sin pintar y lo activa. De inmediato, una lectura indica la temperatura: 61,67 grados centígrados (143 Fahrenheit) y en aumento. Dirige el instrumento a 1,5 metros de distancia de una superficie del techo que yo acababa de pintar de blanco: 36,6 grados centígrados (98 Fahrenheit) y bajando.
“Hay una diferencia de 45 grados Fahrenheit (7,2 centígrados) y apenas aplicamos la primera mano de pintura”, afirma Van Gent, sonriente.
Son las 11:00 de la mañana y estamos en la azotea de un asilo de ancianos en Nueva York, sobre la que aplicamos con un rodillo una pintura espesa blanca y brillante.
Van Gent es uno de los integrantes de un grupo de voluntarios que ha venido aquí para pintar esa parte del inmueble como parte del programa “Azoteas Frescas” que financia la ciudad.
La idea de pintar de blanco las superficies superiores de los inmuebles ha ganado popularidad en el país. El secretario federal de Energía, Steven Chu, dijo que esta medida contribuirá a la lucha contra el calentamiento global.
“Las azoteas frescas son uno de los métodos más rápidos y de más bajo costo con los que podemos reducir nuestras emisiones globales de dióxido de carbono y empezar la tarea ardua de frenar el cambio climático”, dijo Chu en julio mientras anunciaba que los edificios del
Departamento de Energía serían pintados de blanco dondequiera que fuera posible.
Aunque los techos pintados de blanco mantienen frescas las casas durante el verano debido a que refractan parte del calor, no influyen casi para nada en las facturas de calefacción durante el invierno, según el Consejo de Clasificación del Fresco en las Azoteas, un grupo sin fines de lucro que investiga y aplica la tecnología, y fue creado en 1998.
Ese fenómeno se debe en general a que el sol es menos intenso durante el invierno, dijo el grupo, y menos importante como fuente de calor. Las azoteas pintadas de blanco tampoco permiten que escape más calor que las demás, afirmó.
En Arizona, las azoteas frescas son obligatorias para los edificios estatales y que reciben financiación del estado, mientras que Filadelfia tiene un plan ambicioso de energía verde que pone en el centro de su acción las azoteas frescas.
Fuente y foto: elsiglo.com.ve
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